lunes, 2 de enero de 2012

Vuelvo

Dos de enero y vuelvo a escribir como nunca debí haber dejado. Será porque es verano, porque tengo algo de cansancio, o porque un dejo de tristeza siempre asoma por estos lados en esta fecha.
Dicen que escribo bien, sobre todo cuando el alma se me estruja. Hace calor y hace un poco de frío, mis manos me queman y mis yemas pasean heladas por el techado.  Son lo único frío por estos lados, helar mi corazón es inútil, aunque lo intento él está hecho de puro fuego.
Helar el pasado siempre sirve, hasta que encuentras inspiración cuando el verano derrite un poco de ese hielo.

Y es aquí cuando vuelvo, que mi alma se estruja un poco. Me recuerda cuanto me falta y me asusta con épocas añejas. No soy yo, es ese mapa que se me perdió algún día y hoy encuentro empolvado. No soy yo, son los fantasmas que se van de vacaciones y están revolviendo todo el lugar, para empacar las maletas que decidieron llevarse. No soy yo, o quizás así lo sea, estoy algo programada para volver de vez en cuando.

Pasa que el tiempo pasa y que las hojas de otoño ya no están porque es enero. Que las flores se marchitan de calor quemante, y en la espera de una brisa, en ocasiones el pecho se aprieta de melancolía.

Pasa que cuando te quiebras, solamente el tiempo compone la fractura. Y cuando la miras mediante algún microscopio, queda siempre aquella marca que te indica donde fue el golpe de oreja.

Porque vuelvo es porque quiero, pegar un poco en estas líneas de lo que fui y ya no estoy siendo. Repasar fotos añejas para luego remodelar mi alma y pintarla de los mismos colores brillantes con que pinto mis uñas. Dejar atrás el gris es cosa difícil para una chica como yo. Dejár atrás la risa es imposible , y es que estoy dibujada con ambos matices que se hacen uno.

Y es que vuelvo y pretendo volver a menudo. Porque el alma se me hiela cuando no escribo. Porque entendí que no importa una ausencia ni una presencia, sino que es el aire el que tiene que traer sus letras. Para olvidar recordando, porque sino no es olvido. Para llorar cantando, para que el camino haya valido la pena.

Y hoy, que es dos de enero tengo el alma un poco compungida. Así que me siento frente al teclado y decido que es momento para volver durante un rato.

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