sábado, 22 de septiembre de 2012

Mi terapia y yo

No estoy muy convencida realmente, pero en este estado siempre me resultan mejor las cosas. No sé por qué será, pero dicen que el exceso de entusiasmo en ocasiones exacerba el resultado, y a mí me gustan más las cosas limpias. No soy de plumas ni de tanto accesorio, creo en eso de tener lo justo y necesario encima, tanto en mi ropa, mi maquillaje y en mi vida.

Es así como sin más puedo decir que estoy absolutamente enamorada de mi terapia, esa que partió por temas bastante ingratos y hoy me tiene saltando en un pie, emocionada por llegar a tocar ESE tema que en mayúsculas indica que no es para nada tratable. 

Y es que una hora basta para entender que pese a hablar fuerte soy introvertida, que tengo capacidad de hacer mil cosas a la vez, y que la inseguridad es la única cosa que me ata a hacer cosas que no quiero. Que no "me faltan tantos palos para el puente" como yo pensaba y que realmente toda aquella "cabra que se fue al cerro", terminó volviendo, aburrida de no encontrar cobijo ni pasto en otro lugar.


No sé, a veces creo que la gente subestima ciertas cosas y entre ellas está sentarse frente a alguien a hablar de lo humano y lo divino. No indago en las razones porque no las comprendo, en mi caso siento que es tan rico escucharse hablar y llegar a conclusiones tan brillantes que deberían ser escritas en un libro. 

Claro que a veces para llegar a ella debe existir alguna buena razón. La mía fue un colosal Trastorno de Ansiedad y crisis de angustia por montón. Pero me gusta fantasear con qué habría pasado si no hubiese tenido que lidiar con esta situación. Ingrato o no sirvió, hoy no soy la misma de otro tiempo. Quizás es un ejemplo muy extremo, pero me agradaría que no tuviera que existir ningún motivo particular para tomar esta decisión.

La cosa es así, sencilla, sin bombos ni platillos. Pero todo lo que se descubre debajo del agua es inmensamente fascinante: Hablo de matices, de búsquedas, de sueños, de limitaciones y por sobre todo, del real reflejo que yo misma debiese ver, sin tapujos ni opiniones de terceros.

No quiero intentar convencer a nadie que tome la primera hora posible el día lunes en el primer centro médico que encuentre. Es más, sigo sin convencerme al cien por ciento de qué pretendo con este escrito. Bueno, en realidad sí... desahogar una de las experiencias más gratas que he tenido por varios años, teniendo claro además que al ser todo cíclico llegará un día que no esté. Que la extrañaré, pero que a ciencia cierta, nada será lo mismo, porque desde hace tiempo me veo viendo las cosas con un cristal completamente distinto, y solo ese hecho ha valido la pena.



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