miércoles, 22 de octubre de 2008

Desde el desierto...


La arena recorre las dunas o las dunas recorren la arena. Da lo mismo. Está todo mezclado, y las mezclas en este caso siguen siendo buenas. Avanzo y avanzo kilómetros en dos segundos. Y alguien pensó que mi estado físico se vería afectado por tanto cigarro. No los llevo de todos modos, se terminaron. Corren peligro en las noches solitarias. Como esta, en el desierto. Como esta en otros sitios. Como algunas que ya no recuerdo.
Suelo hacerlo así cuando me siento agobiada. Mochila al hombro, recados por todos lados. Que nadie llame si no es necesario, que nadie busque, porque mientras más se busca menos se encuentra. Mientras más me eches de menos mucho mejor. Los reencuentros son lo mejor de las despedidas y en este caso supongo que la excepción no aparecerá a hacer algo de burla.
Es hora de ver las estrellas, me dice ella cuando se sienta a mi lado. Arábiga como todo el oriente junto, sensual como todo el placer que me produce su compañía, cálida aún siendo distante. Solitaria y contenta, como yo.
Encuentro la mitad de un Belmont sin fumar. Cosa extraña y agradable, lo enciendo con el gas que le queda al encendedor de siempre. La misma actitud de a diario. Me siento, sonrío, no tengo nada en qué pensar, no tengo a nadie esperando con urgencia y la señal del celular se retiró a tiempo.
- ¿Sabes?, los momentos de soñar se hacen escasos. - le cuento, sin pensar siquiera si quiero escuchar respuesta.
- Lo sé, por eso te lo estoy regalando – responde con la mirada. Ella nunca dice nada.
Camino a tientas sabiendo que no estoy perdida. Se supone que debería echarte de menos, pero no. Se supone que estaría gritando como loca que quiero un regreso urgente, pero tampoco. Y es que solamente quiero ese momento, con ella, conmigo, con mi cigarro y nadie más.
La arena se mezcla conmigo, restriego mis ojos para ver y ahora sí que veo todo más claro. El sol pega fuerte por estos lados, no me di cuenta cuando se hizo de día. Quizás, mi maldita manía de esperar se hizo a un lado y me dejó al medio justamente de donde quiero estar.
Escucho, la siento, la veo, la busco. Tiene mucho que enseñarme esta noche, y las otras tantas en las que quiera encontrarme. Da lo mismo donde, da lo mismo cuando. Este momento es especial, y no pensé siquiera en perdérmelo en medio del ruido.

1 comentario:

Arcángel Mirón dijo...

La idea del desierto me agobia. Tanta inmensidad me ahoga.

Un abrazo, Caro.