
Nueve y media parte el bus. Con frio en las manos y los 120 pesos en ellas tomo el metro de vuelta. Escucho esa canción como una forma de tenerte al lado. Inevitablemente "me parto en dos en cada despedida", en Santiago y en el asiento 11, al lado del pasillo.
Diez y cuarto llego a mi casa, después de convencer a todos, y de paso a mi misma, de que te fuiste bien, con ganas de subir cerros, empiezo a extrañarte.
Estudio, como, escucho música, salgo, me río, te echo de menos.
Supongo que ahora, justo ahora estás haciendo lo mismo. O quizás tomando una chela en el Balmaceda, riendote o mirando ese anuario loco que se nos ocurrió hacerte antes de irte.
Te imagino editando, enojado con un par de imbéciles, tocando guitarra. Cansado, viendo la televisión, mirando esa foto (que todavía no sé cual es) pegada en la pared de tu pieza.
Puede que regando recuerdos, plantas o cosas así.
Me acuerdo de esa huida loca, miro las fotos y planeo una nueva sin fecha, hora ni plata.
Me acuerdo de las risotadas que nos mandamos en el metro, yo contándote de mi dibujo del Moai y tú mirándome con cara de "pobrecita que no sabe dibujar", yo contándote de la pena que me dan ciertas cosas, y tú convenciendome de que no todo es terrible.
Te imagino quedándote acá e inventando rituales nuevos, lejos de terminales, horarios y buses. Enviándome mensajes para juntarnos en la semana, en algún antro de "mala muerte".Me pregunto a cada rato ¿Qué andarás haciendo ahora? Supongo que lo mismo que yo... o quizás recordando que olvidaste hacer algunas cosas preguntandote Qué ando haciendo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario