Mientras tecleo en este aparato se me vienen recuerdos idiotas. Al igual que el texto predictivo, creo que es la costumbre, y es entonces cuando apago el cigarro, cepillo mis dientes - Cada vez soporto menos el olor al tabaco - y restriego mentiras para encontrar unas que otras verdades. Ya no estas y no tengo frío, pero de vez en cuando se me hielan las manos, haciendo gala de ondas polares que de vez en vez azotan mi cabeza. Y es que el recuerdo tiene horas insólitas, justo al terminar mi trabajo y el reloj marca el final del nuevo día.
Y se me escapa el " Que será de ti" lleno de sueño, con bostezos que reclaman a gritos por estar despiertos. Mientras una canción de cuna los llama despacio, en esta noche de desempolvar historias.
Y es así como termina la noche en busca de un nuevo día. Dejo mis dedos cansados, que bailan ante el click de las letras, duermo dos horas, o si estoy de suerte tres, y vuelvo al cotidiano desde hace tiempo, donde tu ya no existes y no tengo excusas para seguir tecleando en este teléfono.
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