lunes, 1 de junio de 2009

Ese mal día..


Acordaron que a la cuenta de tres llovería más fuerte.
Que un viento bien huracanado, botaría todo a su paso.
Seguridades, calma, risotadas y uno que otro despliegue de esperanza.
Lo acordaron porque tenía que ser así, y las sonrisas aunque gratis
no son eternas. Para ellos, claro, cuyo requicito para vivir es estar tristes al menos
una vez cada mes y medio.



Un disparo en la sien o huír kilómetros de la ciudad. Eso dijo que necesitaba.
Y yo no supe si era broma, o un franco aviso suicida de su parte.
No importó y seguí caminado.

No le importó tampoco, porque nunca hubo disparo.

Tampoco un viaje de esos impulsivos y menos el mentado suicido que inventé para otro.
Tampoco hubo risa un buen rato, y es que esto de los desengaños es cosa dolorosa.
Correr y volver a jugar con muñecas, eso es lo que ellas querían al mismo tiempo,
botar el maquillaje y los tacones, y saltar libremente en medio de charcos lluviosos, con la consabida amigdalitis del día siguiente.

No hubo carrera, sí hubo resfrío,
pero culpamos esa gripe que anda en los noticieros, que sólo alcanzó nuestro barrio sin fiebre ni prensa de por medio.

Me pasó, le pasó, nos pasa y le está pasando.

Y no se trata de locura, aflicción, un sórdido cuento de Kafka o un exceso de Trova que nos vuelve a todos melancólicos en extremo, en ocasiones.
Probáblemente se trató de crecer.. de colgar los zapatitos de charol, o regalarlos a alguien con menos responsabilidades en la vida que uno.

Y es que cuando huele a desengaño, fráncamente el camino se vuelve cuesta arriba.

Por eso es que empinamos un Martini, sin batir ni revolver, algunos sábados ya no a escondidas.
Por eso nos quedamos en camas ajenas, hasta que amaneza o hasta que haya que partir a otro lado. Preferentemente la de una amiga, porque sino, eso significaría también otro problema al día siguiente..

Por eso Junio pesa tanto en ocasiones.
Porque en verano somos niños, porque todo parece simple, porque me encontrabas y te encontraba, y lo demás importaba nada.
Por eso se extraña el verano, se planean huídas
y hace tanta falta el mar.
Porque no hay peor cosa que sentir el agobio colectivo de meses lentos.

Un disparo en la sien, eso dijo que necesitaba. Y es que el desengaño es cosa seria.
Que se yo, prefiero dormir pensando que máñana no estará tan nublado.
Que cada gotita de lluvia augura un verano más cerca y más cosas por las que vivir.
No se tú, a mi no me ha costado tanto crecer.

Incluso los tacones ya se mueven con mi cuerpo y no por vida propia.
No se tú, pero prefiero que aclare dentro de mi casa,
antes de esperar que siga aclarando afuera.

Sino serán meses perdidos..

y eso sí que vale un disparo, un exceso de trova u otro golpe de oreja, a tanta melancolía sin ningún tipo de razón más que la de un mal día.






4 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

Carolina, hay épocas malas. Hay momentos para huir; nunca para un tiro en la sien.
La diferencia es que de la huída se puede volver.

Un abrazo.

Dario dijo...

Seguramente vendrán dias y noches maravillosas, solo hay que saber aguantar las tormentas.

Monica Binsou dijo...

Excelente texto, quien soy yo para decirlo? ...que valor literario podria darle?...bueno solo el valor aquel que le haya dado, el ahondar algunas profundidades personales...Hermoso textos!
Gracias!!!

bàrbara dijo...

por x cosas que te debo contar prefiero el mal dia, que una vida entera con culpas...
abrazos