miércoles, 29 de octubre de 2008

Mientras Santiago duerme



Santiago duerme y yo no puedo. Los perros ladran y la panorámica de la ventana hace que quiera soñar un ratito. Los departamentos del frente aun no se apagan del todo.

Siempre hay alguien desvelado, y mientras la ciudad bosteza el cansacio acumulado yo no puedo hacer otra cosa que mirar. Mirar el techo, mirar por la ventana, mirar a mi gata acurrucada a los pies de mi cama. Mirar a mis tesoros durmiendo plácidamente. Mirarte a ti imaginariamente, esperando soñar para verte mejor.

Sucede que en noches así sacaría la guitarra. Cosa loca, no sé tocarla todavía. Cosa extraña querer cantarte aun sin tener buena voz. Soñar con tener el valor que se me perdió porque un día como el que pasó tuve miedo. Una pareja se besa en la avenida. Tendrán una noche larga, pienso y me río. Me dan risa las parejas que se besan. Me dan envidia en ocasiones. Hay tanta gente alrededor y con un beso parece que no se nota.

Santiago ronca como un lirón, o como mi papá después de un cansador día de pega. Yo no, y no se si quiero. Hay tanto que decir que prefiero quedarme en vela un rato más. Mientras llega el sueño, mientras llegas un par de horas para sentirte mío completo. Reviso mi celular, reviso tu llamada, reviso algunos correos viejos. Siempre es bueno recordarte, siempre es bueno en algún desvelo.

Sucede que siempre pasa algo similar. Tú muy lejos, yo todavía más. Tú queriendome cerca y yo sin querer entenderlo. Los tiempos no son correlativos o soy yo la que los hace más distantes.


- ¿Cómo estás? - te digo por teléfono, mientras busco a tientas una luz para encender.


No hay respuesta, y es que debes estar dormido hasta en mi llamada imaginaria.


- Quiero verte, si se puede ahora mismo - susurro, solamente porque sé que no me escuchas. Porque puedo despertarte y sería un crímen dejar que tu carita preciosa no descanzara.


Sucede así cada noche que me desvelo. Cuando pienso en ti, cuando pienso en mí, cuando me aventuro a decir "nosotros" con lo que me queda de aire.


Me da por preguntarme qué pasaría, si llamara de verdad. Si contestaras con la modorra con 0 que sueles hablar por las mañanas. Si accedieras a mi petición y en unos veinte minutos te tuviera frente a mi puerta. Muriendo de frío, muriendo de ganas de tenerme amarrada a ti un rato. Muriendo por que hablemos de todo y de nada. O de que no hablemos y saldemos tantas horas de ni siquiera mirarnos, por alguna idiotez.

Me da por no responderte. Tal como antes me da miedo... Tanto que quiero esfumarlo de un plumazo.


Me da por ponerme valiente pero no hay alcohol ni cigarros esta noche. Soy solo yo, entendiendo que te importo y que eso no estaba en mis planes.


Somos una niña chica y un vaso de agua, un computador portatil y los dedos bailando sobre el teclado... Somos yo y mis osos de peluche. También mi gata que duerme enrrollada a los pies de una cama.


Mientras Santiago duerme y yo me muero por besarte. Sabiendo que mañana, cuando la ciudad despierte seguiré queriendo lo mismo, pero distraída por la gente que comienza a meter toda la bulla que necesito para dejar de escucharme un rato.

3 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

El insomnio es ideal para escribir textos crudos, sin pulir. Textos salvajes.

:)

May dijo...

me ha parecido verte escribiendo sobre el teclado, deseando hacer esa llamada.
Que texto mas bueno producen tus noches.
Un beso, may

Abril_de_otoño dijo...

me encanta el desvelo,
besos.

abril.